Motos legendarias: la Honda CB750 (1969) que hizo temblar a los británicos

La Honda CB750 no sólo revolucionó la motocicleta de gran cilindrada: redefinió el concepto mismo de moto moderna. Cuando apareció en 1969, esta asequible cuatro cilindros ofrecía un freno de disco delantero, una fiabilidad intachable y unas prestaciones que hasta entonces habían estado reservadas a la élite. Su éxito mundial sacudió a la vieja guardia británica y allanó el camino para el reinado de las motos de carretera japonesas. Más que un modelo, la CB750 se convirtió en el símbolo de una nueva era en la que la tecnología se combinaba con la pasión.
El nacimiento del mito: Honda sacude la moto grande
A finales de los años 60, el panorama mundial del motociclismo estaba dominado por la industria británica, con marcas como Triumph, Norton y BSA ofreciendo motos bicilíndricas famosas por su par motor y su encanto retro. Sin embargo, un nuevo viento sopla desde Japón. Honda, que ya era una fuerza a tener en cuenta en el segmento de las motos de pequeña y media cilindrada gracias a su fiabilidad y dominio tecnológico, decidió dar un gran golpe de efecto en 1969 con el nacimiento de la Honda CB750. Con su motor de cuatro cilindros en línea y su freno de disco delantero, estaba preparada para redefinir los estándares de las motos de gran cilindrada en las décadas venideras.
Para comprender el impacto de la CB750 desde el principio, debemos fijarnos en el contexto de la época. Los motociclistas buscaban cada vez más prestaciones, pero también fiabilidad y practicidad en el día a día. Los fabricantes japoneses, que primero habían conquistado el mercado con motos pequeñas y económicas, ahora estaban subiendo en la escala de capacidad. Honda, animada por sus éxitos en competición (especialmente en los Grandes Premios), desarrolló un motor de producción derivado de su experiencia en competición: un motor de 4 cilindros transversal, refrigerado por aire, con una cilindrada de unos 736 cc y que desarrollaba casi 67 CV. Una cifra respetable para 1969, sobre todo cuando iba acompañada de una suavidad de funcionamiento y una facilidad de uso inéditas en la categoría.
Pero la verdadera revolución no se limita al bloque motor. La Honda CB750 es una de las primeras motos de producción en equipar un freno de disco delantero, lo que representa un gran paso adelante en términos de seguridad y frenada. Mientras que muchas rivales siguen utilizando frenos de tambor en la parte delantera, que son menos duraderos, la CB750 ofrece a los pilotos un control más preciso, al tiempo que refuerza su imagen de máquina "moderna". Sus líneas también rompen con la tradición puramente británica: el depósito de combustible tiene una forma más angulosa, el espejo retrovisor está integrado en el manillar, el salpicadero cuenta con dos contadores redondos de fácil lectura y, por supuesto, están los cuatro tubos de escape cromados que se unen para formar dos silenciadores a cada lado (en la versión de "cuatro tubos").
Los aficionados a las motocicletas de gran cilindrada fueron rápidamente conquistados. En Estados Unidos, la CB750 encarnaba la promesa de una bestia de la carretera capaz de devorar kilómetros en autopista sin dejar de ser dócil en ciudad. En Europa, era un ovni técnico: ¿realmente se puede ofrecer una cuatro cilindros de altas prestaciones y fiable a un precio competitivo? Honda lo consiguió, y casi en pocos años dio la vuelta a un mercado en el que los modelos británicos ya empezaban a mostrar signos de fatiga. Las revistas especializadas elogiaron la CB750 como un importante punto de inflexión en la evolución de las motos de serie. Su equilibrio general, su nivel tecnológico y su precio relativamente asequible la convirtieron en objeto de deseo para los motociclistas de la época, ávidos de algo nuevo.
Por qué la CB750 es la primera superbike del mundo
Muchos modelos han presumido de innovación o de prestaciones sobresalientes, pero la Honda CB750 de 1969 realmente hizo historia por tres aspectos fundamentales: la revolución mecánica, el impacto cultural y un diseño tan audaz como sencillo.
En primer lugar, estaba la revolución mecánica. El motor de cuatro cilindros transversal ya existía en competición, pero era raro encontrarlo en una máquina para el mercado de masas. Con la CB750, Honda hizo accesible esta disposición del motor a una amplia gama de clientes. El resultado es impresionante: una velocidad máxima de más de 200 km/h, una aceleración lineal y una gran flexibilidad gracias a la carburación cuádruple. Desde el principio, la suavidad del motor de cuatro cilindros es seductora. Atrás quedan las excesivas vibraciones típicas de los grandes coches británicos, sustituidas por un funcionamiento más suave y una fiabilidad general superior. El freno de disco delantero fue otra de las características clave, dando a la CB750 una considerable ventaja en seguridad para la época.
En segundo lugar, el impacto cultural fue inmediato. La CB750 se describe a menudo como la primera superbike de producción. No es sólo una cuestión de números, también es una cuestión de estatus: en la carretera, la presencia de su motor de cuatro cilindros y reluciente despierta fascinación y curiosidad. Los conductores aficionados, al verlo como una máquina con potencial deportivo, no dudaron en participar en competiciones locales o en carreras de resistencia con versiones ligeramente preparadas. Numerosas celebridades, sobre todo en Estados Unidos, adoptaron la CB750 como símbolo de modernidad. Al mismo tiempo, se convirtió en un medio para la personalización: el movimiento "chopper" o "café racer" se apoderó de ella, y florecieron todo tipo de variaciones, desde la tradicional bobber hasta la minimalista café racer. En este sentido, la CB750 se ha convertido en un modelo "universal", la base ideal para cualquier proyecto.
Por último, el diseño era a la vez sobrio y llamativo. Si comparas la CB750 de 1969 con algunas de sus rivales de la época, notarás un enfoque más "geométrico": un depósito rectangular con bordes suaves, tapas laterales triangulares y, por supuesto, ese sistema de escape doble con cuatro salidas. La moto es imponente, pero no excesivamente, y el chasis sigue siendo bastante simple: un bastidor tubular de acero, horquillas telescópicas delante y doble amortiguador detrás. La ergonomía está pensada para un uso mixto: comodidad a dúo, opciones de equipaje y una posición de conducción relajada, lo que la hace más polivalente que una moto puramente deportiva. Esta versatilidad, combinada con su aspecto sencillo, la hace atemporal. Incluso hoy en día, muchos tuneadores y restauradores se inspiran en sus líneas, prefiriendo a menudo una versión aerodinámica para acentuar la belleza de su motor de 4 cilindros.

La herencia intemporal de una revolución de cuatro cilindros
Es imposible hablar de la CB750 sin mencionar la enorme influencia que tuvo en la industria de la moto. Con el lanzamiento de esta moto de "4 patas", considerada atrevida en su momento, Honda inauguró una nueva era. Kawasaki respondió rápidamente con la 900 Z1 (luego 1000 Z1-R), Yamaha desarrolló su propia XS de 4 cilindros y Suzuki hizo lo propio con la GS. La era de las "grandes hermanas británicas" ya estaba en declive, y la CB750 aceleró esta transición: la fiabilidad japonesa, los precios competitivos y el confort se impusieron al encanto ligeramente anticuado de las marcas británicas. Poco a poco, la revolución estaba en marcha, y se acuñó la expresión "Moto Japonesa Universal" (MJU) para describir estas motos "polivalentes", que seguían el mismo esquema mecánico: 4 cilindros en línea, doble amortiguador trasero y un diseño funcional.
Desde un punto de vista cultural, la CB750 se estableció en la década de 1970 como la moto para el "hombre de a pie" que quería disfrutar de un poco de deportividad, pero también de la comodidad cotidiana. También se utilizó como base para algunas creaciones extravagantes: las legendarias choppers desarrolladas en Estados Unidos, con sus manillares de "percha de mono" y horquillas alargadas, utilizaban con frecuencia el motor de la CB750, considerado más fiable que los bicilíndricos en V americanos para carreteras largas. En Europa, se utilizaba en versiones café-racer: se acortaba el bucle trasero, se montaba un manillar de brazalete y se intentaba imitar el aspecto de las motos de carreras. En todas estas configuraciones, la CB750 brilla por su adaptabilidad y robustez.
En cuanto a sus logros deportivos, la CB750 contribuyó a democratizar la competición para los aficionados. En las carreras de resistencia, algunos equipos privados se atrevieron a inscribir esta máquina, demostrando que una moto de gran cilindrada puede resistir horas de carrera sin fallar. Aunque la CB750 no siempre dominó la escena de las carreras frente a motos más especializadas, sigue siendo emblemática de una época en la que casi se podía "comprar la moto del domingo en la tienda de la esquina" y utilizarla como moto de carreras el fin de semana.
Desde el punto de vista industrial, la CB750 fue un hito: propulsó definitivamente a Honda al rango de gran fabricante de motocicletas de gran cilindrada. Las generaciones siguientes (CB750 K1, K2, K6, etc.) perfeccionaron la receta, con mejoras en los frenos, las suspensiones y los acabados. Más tarde, otros modelos de la gama Honda (CB900F, CBX1000, etc.) perpetuaron este espíritu de prestaciones razonables, al tiempo que innovaban regularmente. Los competidores japoneses, inspirados por el éxito de la CB750, también desarrollaron sus gamas de 4 cilindros, lo que condujo al triunfo de las motos japonesas en el mercado mundial en los años 70 y 80.
Por último, la comunidad CB750 sigue viva. Existen clubes dedicados a las "Seven-Fifty" en todos los continentes. Los coleccionistas están especialmente interesados en las primeras series, a veces denominadas "Sandcast" (en las que los cárteres se fabricaban mediante fundición en arena), que se han vuelto extremadamente raras y muy apreciadas. Las restauraciones de CB750 ponen de manifiesto lo adelantada que estaba esta moto a su tiempo y lo relevante que sigue siendo su diseño hoy en día, más de cincuenta años después de su lanzamiento.
En definitiva, la Honda CB750 de 1969 es una de las motos más influyentes de la historia. Es a la vez una revolución mecánica, un icono cultural y un punto de inflexión industrial que inauguró la era de las motos japonesas de cuatro cilindros. Su éxito comercial, su fiabilidad, sus posibilidades de personalización y su precio relativamente asequible han forjado su leyenda, ganándose la admiración de varias generaciones de motoristas. Para muchos, sigue siendo la "madre de todas las superbikes", y continúa entusiasmando a quienes sueñan con una máquina de cuatro patas cantarina por los caminos rurales, o con una silueta retro-chic surcando la ciudad con clase y confianza.
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